El blog de Gravida

La exposición a los tóxicos puede afectar hasta 2 generaciones futuras

Como ya hemos explicado en otros posts, una mujer nace con todos los ovocitos que poseerá a lo largo de su vida. Por este motivo, la calidad de los ovocitos va disminuyendo con el paso de los años: los ovocitos tienen que mantener durante muchos unos puntos de recombinación genética en sus cromosomas (quiasmas). Con el paso de los años, algunos de estos puntos de unión se debilitan, llegando incluso a romperse, dando como resultado un futuro ovocito con anomalías cromosómicas y en el peor de los casos, un aborto o un embarazo con un niño afecto de alguna cromosomopatía. Por este motivo, cuánto mayor es la mujer, más posibilidades de haber acumulado anomalías cromosómicas y, en consecuencia, mayor probabilidad de no lograr el embarazo o de que éste finalice en aborto.

Pero, cuándo y dónde se forman esos óvulos, entonces?

Los óvulos de una mujer se forman entre la semana 10 y 13 del desarrollo fetal, es decir, cuando se encuentra en el útero de su madre (la futura abuela).

De hecho, la explicación científica más detallada es la siguiente: el proceso de meiosis de las células  germinales femeninas se inicia entre la 10a y la 13a semana del desarrollo fetal. La primera división meiótica de todas las ovogonias queda completada aproximadamente hacia el 7º u 8º mes de gestación, de manera que, en el momento del nacimiento, el ovario contiene ovocitos primarios que se encuentran en el último estadio de la profase I (diploteno). Cada uno de dichos ovocitos está rodeado por células de la granulosa, constituyendo folículos primordiales. A partir de la pubertad y durante toda la etapa de madurez reproductiva, algunos folículos primordiales y sus ovocitos primarios evolucionarán en cada ciclo menstrual, hasta formar un folículo maduro y liberar un ovúlo a través de la ovulación. Es por este motivo que la mujer nace con todas sus potenciales células reproductivas.

Así pues, para que tú existas, uno de los óvulos de tu madre ha tenido que ser fecundado por un espermatozoide de tu padre. De modo que una de las mitades que te han formado (el óvulo) estuvo en la barriga de tu abuela mientras gestaba a tu madre.

De este modo, toma gran relevancia el papel de tu abuela en tu existencia: su alimentación, su exposición a tóxicos (alimentarios como el bisfenol A, los pesticidas o conservantes o de otro tipo como los radioactivos o los ambientales, etc), entre otros factores han influido directamente en la formación del óvulo que te formó.

Por este motivo, queremos que tomes conciencia de la importancia de los embarazos, especialmente los embarazos de niñas, ya que estamos influyendo no sólo en la generación que nace sino también la que está por nacer muchos años después.

Eso no significa que toda la importancia recaiga en la figura de la abuela, puesto que tu madre también se encuentra expuesta a múltiples factores que afectarán sobre la calidad del ovocito que te formó y no únicamente durante tu embarazo, sino que a lo largo de toda su vida hasta que te gestó. Los óvulos de tu madre están expuestos a lo largo de toda su vida (desde que era niña hasta su edad adulta) a factores externos que influirán en su calidad: el paso del tiempo es uno de ellos, pero también otros como los mencionados anteriormente (alimentación, exposición a tóxicos, factores ambientales etc).

 

¿Cómo afectan los tóxicos a la fertilidad?

A lo largo de los años se ha visto que algunos productos químicos a los que han sido expuestas las niñas pueden llegar a afectar a su fertilidad cuando se conviertan en mujeres adultas. Un claro ejemplo está en el uso que le hemos dado a ciertos plásticos que contienen Bisfenol A en sus composiciones. El bisfenol A está acusado de causar daños a la salud por múltiples trabajos científicos. Se trata de problemas tales como cambios en el sistema endocrino, la infertilidad, una predisposición a desarrollar tumores de mama y del intestino, la pubertad temprana, la obesidad, el síndrome de Down y la hiperactividad. Algunos de estos plásticos se encontraban en los biberones hace unos años (de hecho, se prohibió su uso en biberones el 1 de Junio de 2011), produciendo ya desde un momento muy temprano una clara influencia negativa en la calidad de los ovocitos de esas niñas. Pero no sólo en biberones, sino que actualmente sigue estando presente en otros productos tales como garrafones reutilizables, dispensadores de agua (de oficina, por ejemplo), vajillas (platos y tazas) y recipientes. También se usa en recubrimientos interiores para latas de bebidas y alimentos (tomate, atún, piña…). Además –como uso no alimentario– el bisfenol A está en los plásticos de policarbonato (bolígrafos, estuches, lentes orgánicas, CD y DVD, carcasas de móviles, cascos de motoristas…).

Y toda esta información nos lleva a una pregunta: ¿es posible que la infertilidad esté en aumento debido también al aumento a la exposición que tenemos de ciertos químicos que todavía están por estudiar sus efectos en nuestra salud?

Recientemente hemos visto en las noticias la urgencia de eliminar estos compuestos tan dañinos para nuestro organismo. De hecho, La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) propone su drástica reducción de esta sustancia química (ha propuesto rebajar 100.000 veces el valor máximo de ingesta diaria tolerable de esta sustancia). No obstante, la preocupación está en descubrir cuántos otros químicos estamos consumiendo mientras nos están dañando, no sólo a nivel alimentario sino también a nivel ambiental.

Por ese motivo, tratar de llevar una alimentación lo más ecológica posible (libre de pesticidas), reducir los plásticos y vivir en entornos lo más próximos a la naturaleza posible nos pueden ayudar a la hora de conseguir un embarazo (tanto de forma natural como mediante Reproducción Asistida).

Esperamos que este post te ayude a tomar conciencia de la importancia de cuidar de nuestra salud en todas las etapas de nuestra vida: no sólo en el embarazo, sino también desde la infancia hasta la edad adulta, puesto que lo que hiciste en el pasado influirá directamente en tu salud futura (en tu fertilidad y en tu salud en general).

Conclusión: la exposición a los tóxicos puede tener un efecto más longevo de lo que pensamos ya que puede afectar hasta 2 generaciones futuras tras su exposición.

 

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